martes, 7 de julio de 2015

Zazenkai en la naturaleza

Zazenkai  En La Naturaleza.- Domingo 5 de julio de 2015.
En Puebla de Lillo lucía el sol. La temperatura era buena: sol y suave brisa. 
Eran las once cuando nos encontramos en mi casa. Una pequeña parada del grupo que venía de Asturias  para saludarnos y prepararnos para la marcha.
Nuestra guía había elegido un camino entre árboles para protegernos del sol durante la práctica. Ella nos esperaba en Cofiñal, de ahí partimos hacía La Guaría para celebrar un Zazenkai en  la Naturaleza.
Loly nos fue dando las instrucciones para poder tener una buena práctica y disfrutar de la experiencia: Sole, nuestra guía, iría delante y los demás en fila, separados algo más de un metro caminando con atención plena. Cuando llegamos a La Guaría entramos  en  silencio.
El camino empezó con una subida. Un mantillo de semillas de chopos bajo nuestros pies nos daba la bienvenida. Nos adentramos en un paraje  solitario alejándonos  del pueblo. Aparecieron los robles a ambos lados filtrando  el sol y el microclima del sendero se hizo más agradable. Treinta minutos y primera parada para la práctica del zazen. 
 Los robles dejaron paso a las hayas y tras otros  treinta minutos llegamos a un alto desnudo de árboles y rodeado de montes. Seguimos a la izquierda, caminado entre matojos que arañaron nuestras piernas hasta otro pequeño alto  escondido al caminante inexperto desde donde el paisaje se abría a una hermosa vista: Los Caspiazos.
Abajo el río descendía  originando saltos de agua que formaban pozas de agua quieta antes de entrar otra vez en  descenso  y acabar en otra poza: Entrevados .Este espectáculo nos separaba de la Peña de San Justo. Inmersos en la naturaleza,  hicimos  Gi-gong.
Comenzamos el descenso caminando con cuidado sobre la hojarasca, atentos para evitar caídas y en media hora llegamos a un bosque de hayas donde se abrían islotes de praderas.  Paramos a comer. Tras el descanso, un poco de Tai-chi: Jose dirigió la práctica con breves instrucciones tan claras y didácticas que nos atrevimos  a imitar los movimientos armoniosos  que él repetía danzando   en medio del bosque con el sonido de las hojas mecidas por la brisa.
Y continuamos nuestra práctica por el camino de regreso, una parada más, un zazen más y seguimos descendiendo hasta la fuente Lalera. Agua fría  para saborear toda la naturaleza  y sellar una jornada de Zazenkai  diferente.
Llegamos al puente sobre el río Porma y empezamos  a salir del silencio.  Cogimos los coches para regresar a Lillo y aquí, compartimos la experiencia, merendando y charlando sin prisas, viviendo la armonía interiorizada en nosotros después de la jornada.